Resumen y Preguntas de La Fundación | Selectividad 2022
En este artículo encontrarás todas las preguntas que pueden entrarte en el examen de Selectividad sobre La Fundación de Buero Vallejo. Ir preparado a la Selectividad / EVAU es importante y las lecturas obligatorias son una parte importante del examen. A continuación, podrás acceder al resumen de La Fundación de Buero Vallejo además de preguntas y soluciones que pueden entrar en la EvAU. La siguientes son ejemplos de preguntas que pueden entrar en el examen de Selectividad y las respuestas que ha hecho el profesor del curso de Lengua Castellana de PAM Learning. El mejor resumen y todo lo que necesitas saber de La Fundación para la Selectividad 2022. Estudia cada personaje y la simbología de la lectura que entra en tu examen.

Segura que te preocupa sacar una buena nota en el examen de Lengua Castellana de la Selectividad 2022. En PAM Learning te entendemos y por eso te ayudamos con este artículo de la lectura obligatoria de La Fundación de Buero Vallejo. Prepararte el examen más importante del año es posible gracias a nuestros cursos completamente online:
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Tabla de contenidos
Resumen de La Fundación | Selectividad
La Fundación fue la última obra de Buero Vallejo estrenada en 1974, durante el régimen de Franco. En la obra hay bastantes elementos autobiográficos, dado que Buero militó durante un tiempo al acabar la Guerra Civil en el Partido Comunista, estuvo encarcelado durante 7 años, e incluso condenado a muerte. La obra se presenta como una fábula en dos partes y presenta al espectador el eterno problema de la realidad y ficción, producida por el rechazo del mundo. Esta es la clave bajo la que se desarrolla este drama.
Argumento
Tomás es un preso político condenado a muerte por un régimen totalitario, que comparte con cuatro compañeros de celda la espera de la ejecución. Tras haber sido detenido cuando repartía propaganda, fue torturado y delató a los miembros más importantes de su organización, que comparten con él la prisión. Abrumado por los remordimientos, intentó suicidarse, lo que fue evitado por su compañero Asel. Ante esta situación su mente desvaría y cree encontrarse en una fundación en la que sus amigos y él están becados para investigar. Mediante este brote esquizofrénico se defiende de la realidad.
Pero todos estos detalles del argumento son casi desconocidos para el público hasta muy cerca del final. La trama sigue un camino diferente: los compañeros de celda están tratando de que Tomás recobre la cordura, aunque esto también se ignore durante un tiempo.
Cuando comienza la obra, el escenario nos presenta el ambiente agradable de una fundación, algo que sólo está en la mente de Tomás, y no la cárcel real en que se encuentra.
Es este personaje el que impone su visión subjetiva a todo el universo escénico: los petates son sillones; las paredes, librerías; ve un ventanal sobre el campo. Pero esto no lo sabe el espectador, porque también lo ignora Tomás. Incluso, las progresivas quiebras que la realidad introduce en su mundo alucinado son vividas por él y por el público como absurdos inexplicables.
Cuadro primero
La obra comienza cuando Tomás está solo en la habitación. Su soledad es relativa, pues dialoga con el supuesto enfermo y con Berta. Las respuestas están en la mente del joven. Pero además afloran datos y pensamientos, sin duda subconscientes, que revelan su lucha interior entre la enajenación y la verdad. Su mente está librando una batalla ayudada por el auxilio de sus compañeros en la que la realidad va penetrando en las grietas de la Fundación. Asel actúa como el médico que no es. Su papel es el de un demiurgo, una especie de Maese Pedro, que
va moviendo los hilos del retablo, para la curación de su amigo. Por eso, ya en las primeras escenas Tomás da muestras de inseguridad: el proceso de desalienación había comenzado antes. Las palabras del enfermo no pueden justificar su perplejidad al comprobar que no come ni bebe, pero tratan de explicarla: está cansado, duerme mucho, el mal olor procede del cuarto de baño.
Mayor importancia tiene el diálogo con Berta. Todo lo que la muchacha expresa es lo que él comienza a intuir o temer. El motivo o metáfora del ratón constituye otra muestra del debate interior de Tomás. El animal se llama igual que él y Berta lo define como su novio, pero añade: “Hay que salvar a Tomás. Me gustaría rescatarle de lo que le espera… Y lo salvaré”, lo que no es otra cosa que el deseo soterrado de Tomás por acceder a la normalidad.
El verdadero carácter de estos diálogos no es conocido por el público en el momento de producirse; para él, Berta es un ser real como Tomás. Por eso, algunas reacciones o comentarios de los personajes resultan difíciles de entender: por ejemplo, la brusquedad de Tulio, que es el menos dispuesto a seguir el juego a Tomás. Esta discordancia a veces tiene motivos nimios (ofrecer una cerveza…), pero en ocasiones supone un amargo e irónico contraste. Tulio no siempre puede reprimirse ante tales afirmaciones. Sus brotes de impaciencia contribuyen a acelerar la vuelta del loco a la cordura y complementan la labor más cuidadosa de Asel. Pero tampoco se puede afirmar que sea Tulio únicamente el que provoca las rupturas. Algunas ya se han producido antes de comenzar la obra y de ahí que en el decorado aparezcan elementos tan diversos como una taquilla de hierro, seis talegos, que contrastan con lo confortable del resto.
Tomás no ve que Max se sirva una bebida, aunque percibe el vaso y observa que el cigarrillo de Lino se consume en el cenicero, a pesar de que él manifiesta su deseo de fumar. Son indicios de que Tomás va accediendo progresivamente a la cordura. Por eso con frecuencia afirmará: “No lo entiendo, no me lo explico...”
Cuarto segundo
Las disonancias se acentúan. Dos de los cinco sillones han sido sustituidos por petates y han desaparecido las sábanas. Tomás se equivoca al identificar al autor de un cuadro que supone estar viendo en un libro y acepta la rectificación de Tulio, al igual que acepta el supuesto parecido entre dos obras de Van Eyck y Vermeer. A continuación desaparece la cajetilla y empieza a pensar que están jugando con él. Su perplejidad aumenta al ver a los camareros sin frac y al encargado cerrar la puerta sin permiso.
Su desasosiego sigue creciendo y Lino declara que hay que llevarlo a la enfermería. Tulio lo invita a que abra la puerta cerrada. Tomás, angustiado, siente que su mundo se desajusta. En esta situación vuelve a enfrentarse con Tulio, que finge hacer una fotografía con un vaso de aluminio, que Tomás reconoce como lo que es. Aunque habla de que el paisaje está extrañamente iluminado, es el hombre tumbado el que le obsesiona. Incluso vuelve a oírlo hablar. Inmediatamente llegan los carceleros y se aclara que lleva varios días muerto.
Ahora el mundo de la fundación se derrumba, aunque no desaparece del todo. La luz se hace triste y algunos elementos del espacio escénico se transforman. Sólo las esquinas permanecen en penumbra, como representación de los recuerdos de su mente que aún se niegan a entender. Tras la pregunta: “¿Estoy enfermo, Asel?”, se produce el regreso a la normalidad.
Cuadro tercero
Ya no hay sillones, la mesa es de hierro, los uniformes de los personajes son de presos, pero Tomás conserva el suyo al principio. La inseguridad le hace andar a tientas como un ciego. Continúan las transformaciones hasta el punto de no saber distinguir la verdad de la pesadilla. En la confusión que lo domina hay retrocesos, busca excusas y defensas, pero la evidencia se impone. Resulta afectado el paisaje, que se convierte en un corredor de prisión, y el que se percibe a través de la ventana se oscurece. Tomás continúa perplejo y, además, debe enfrentarse a la acusación de Asel de ser un delator.
Tras un nuevo desajuste, cuando el teléfono deja de funcionar, tiene lugar la escena en que Tulio le invita a soñar. Es un paréntesis distensivo en que vuelven a aparecer risas y bromas. El fortísimo contraste en que Tulio es llamado para morir no es entendido por Tomás. No solo no está curado, sino que parece haber sufrido un retroceso. Afirma que hay motivos para estar alegres, porque a Tulio le han levantado el arresto. Entonces Lino lo encara definitivamente con la verdad: “Lo van a matar, imbécil”. Tomás regresa a su fantasía y eso lo lleva a imaginar a Berta. Es el último intento de negar la realidad, de ahí que se oiga la música de Rossini y que el paisaje vuelva a iluminarse. Berta representa el subconsciente de Tomás, que se enfrenta a su deseo de permanecer allí.
Tras un nuevo desajuste, cuando el teléfono deja de funcionar, tiene lugar la escena en que Tulio le invita a soñar. Es un paréntesis distensivo en que vuelven a aparecer risas y bromas. El fortísimo contraste en que Tulio es llamado para morir no es entendido por Tomás. No solo no está curado, sino que parece haber sufrido un retroceso. Afirma que hay motivos para estar alegres, porque a Tulio le han levantado el arresto. Entonces Lino lo encara definitivamente con la verdad: “Lo van a matar, imbécil”. Tomás regresa a su fantasía y eso lo lleva a
imaginar a Berta. Es el último intento de negar la realidad, de ahí que se oiga la música de Rossini y que el paisaje vuelva a iluminarse. Berta representa el subconsciente de Tomás, que se enfrenta a su deseo de permanecer allí.
El proceso llega a su desenlace: el paisaje se oscurece y admite la desaparición de la Fundación: “Estamos en la cárcel, condenados a muerte”. El tercer cuadro termina con las voces de los centinelas que él antes no quería oír. Berta aparece por última vez y de su mano cae un ratón muerto.
Cuadro cuarto
Ya no hay ventanal, sino un lienzo de pared. Tomás, vestido de preso, resume la historia. Tras recordar su pasado- detención, tortura, delación, intento de suicidio-, la cortina que separaba el inexistente cuarto de baño desaparece. Sólo en este momento el espacio escénico muestra con todo detalle una prisión.
Sin embargo, Tomás empleará aún la locura al tratar de encubrir la muerte de Max. La situación es distinta a la anterior, pues él domina su imaginación en lugar de ser dominado por ella. La Fundación es ahora un arma contra los carceleros para conseguir el traslado a las celdas de castigo y, de ahí, la posible liberación. Ya no delira y en el diálogo final con Lino se atreve a pensar en el futuro.
Pero, antes de que caiga el telón y cuando no hay personajes en escena, esta se transforma y recobra de nuevo el aspecto del comienzo. Este final no engaña al espectador, pero quizá tiene la misión de prevenirle sobre las “fundaciones” que le acechan en la realidad extra-teatral, porque si esta prisión concreta se ha visto refutada, otras perduran en el mundo. En el plano teatral ese fin puede tener otro sentido: la anécdota ha concluido, pero la vida sigue. Unos nuevos huéspedes están a punto de entrar. La obra ha presentado el caso de Tomás, pero podía haber presentado otros, porque sólo se ha ofrecido un caso clínico de la alineación en general. El mal no es individual, sino colectivo; por eso los espectadores han compartido el punto de vista del loco y han sido convertidos en Tomás. Aunque no están encerrados en una prisión, también a ellos se les esfuman un televisor, un vaso… en una alucinante carrera consumista. En definitiva, el mundo es igual fuera que dentro: todo es una fundación.
Personajes de La Fundación | Selectividad
Tomás
Ya ha sido analizado con bastante detalle al hablar de la obra. Su locura nace como coartada ante el miedo por su situación y la vergüenza de haber sido débil y haber delatado a sus compañeros. Se alimenta además por su imaginación, pues aspiraba a ser escritor. En cierto modo ha vivido su novela, en lugar de escribirla.
Asel
Es el más maduro y reflexivo y por él habla la experiencia. Definido como un hombre muy razonador, logra con serenidad salvar las difíciles situaciones que se le presentan en los dos primeros cuadros. Es un personaje matizado, que en la segunda parte acrecienta su complejidad. Ha trazado un plan de huida y lo desarrolla de acuerdo con Tulio, pero cuando este cae, nace en él un momentáneo desaliento que le lleva a dudar de todo aquello por lo que ha luchado. Cuando la esperanza parece muerta, renace de sus cenizas. Resurge la posibilidad de intentar la fuga sin Tulio, pero con Tomás ya recuperado. Asel, razonador y práctico, concibe también un sueño de futuro, la esperanza de un mundo mejor que debe ser buscado en el presente. No se rinde y piensa siempre que existe un remedio. Su fuerza procede del conocimiento de su debilidad y de la de sus compañeros. Hace años también él fue torturado y delató y ahora ve un Tomás un caso semejante al suyo y quiere salvarlo.
Berta
Es la novia de Tomás. Como personaje real aparece aludido al final de la obra, cuando se dice que lo ha visitado en el locutorio. La Berta que interviene en la obra desde el comienzo es un desdoblamiento de la personalidad de Tomás. Es un refugio para el joven, y a su través se filtran fragmentos de la realidad que pugnan por salir, cosas que sabe pero que ha preferido ignorar. Toda la escena del cuadro primero es una manifestación visible de la conciencia escindida del personaje. Reaparece en otros momentos de la obra, como en el cuadro tercero, representando el subconsciente de Tomás, que se enfrenta a su deseo de aferrarse a la fundación o aceptar la cruda realidad. Berta, en sus palabras producidas en la mente de Tomás, supone la primera y más importante ruptura del sistema establecido en su imaginación, al tiempo que es un reflejo del subconsciente que experimenta así los primeros atisbos de claridad.
Tulio
Es un fotógrafo que conserva su oficio en la mente de Tomás. Representa la intransigencia pero también la ensoñación. A diferencia del protagonista, para quien el sueño es una enfermedad, para él es el modo de salir de la realidad cruel que los envuelve. Es el más distante con Tomás y el que más se burla de su situación. Por esto se enfrenta con Asel y Max. En cierto modo sufre un proceso inverso al del protagonista. Es conducido a la muerte justo en el momento en que se dedica a fantasear con sus amigos, a soñar con un futuro mejor, antes de que Tomás haya por fin reconocido su situación. Cuando se lo llevan, le reitera a este que deje de soñar despierto y vuelva a la realidad.
Max
Es un tenedor de libros, aunque Tomás cree que es un matemático. Es un personaje tranquilo y bromista que defiende a Tomás al principio, aunque comienza a atacarle en el momento en que sospechan que el loco pudo haber sido el delator. Al final se descubre que es él quien ha traicionado al grupo a cambio de comida y comodidades. Su doblez egoísta le condena moralmente. Es asesinado por Lino en el desenlace de la obra. Max viene a ser el contrapunto de Asel, ya que representa la corrupción, la indignidad y la ruptura de unos ideales. Es débil ante el peligro y se entrega a fáciles compensaciones.
Lino
Es un torero, que en la mente de Tomas aparece como ingeniero, es el personaje menos comprometido, aunque representa la decisión. Muy impulsivo y brusco, desde el principio intenta decirle la verdad a Tomás pero de forma violenta, llegando a creer que está fingiendo. Descubre que Max es el delator y aprovecha la confusión del suicidio de Asel para matarlo. Es un hombre muy activo al que le falta el contrapeso de la prudencia y la reflexión. A pesar de todo, al final de la obra reconoce su error y apunta hacia un carácter renovado.
Hombre
Es el compañero de celda enfermo con el que habla Tomás hasta que descubre, cuando se lo llevan, que está muerto. Tiene una doble función: representa a las víctimas del sistema represivo y es el primer eslabón en el proceso de curación de Tomás.
Análisis de la obra de La Fundación | Selectividad
Temas relacionados con el ámbito político La lucha por la libertad
Al final de la obra se llega a la conclusión de que el ser humano es un prisionero encerrado en una sociedad engañosa con apariencia de mundo feliz. Partiendo de esta premisa, Tomás y Asel debaten si merece la pena luchar por la libertad, arriesgarse a intentar la fuga, siguiendo un plan laborioso y con pocas posibilidades de éxito que consiste en excavar un túnel desde las celdas de castigo.
Al principio, Tomás huye de la lucha porque se engañaba a sí mismo al negarse a admitir que vivía en una cárcel. Ahora, ya consciente de la realidad, sigue mostrándose reacio al plan de Asel, pero los argumentos y, sobre todo, la muerte de Asel lo obligan a actuar. Asel, en cambio, es partidario de luchar siempre. Convence a Tomás diciéndole que no deje de actuar nunca y que no puede despreciar las pequeñas libertades engañosas aunque conduzcan a otra prisión.
La crítica frente a la violencia
Tomás y sus compañeros son víctimas de la violencia en sus distintas manifestaciones:
- La tortura, que resulta insufrible para cualquiera. Para escaparse de ella solo existen dos vías: delatar a los compañeros, como hizo Tomás, o suicidarse, la opción de Asel. Todos los presos saben lo irresistible que resulta el dolor, por eso perdonan al traidor, e incluso lo ayudan a recuperarse de su demencia, producto del trauma causado por sus remordimientos. Por otra parte, el suicidio de Asel no se considera un acto de cobardia, sino un sacrificio altruista.
- El hambre, que no solo ha causado la muerte por inanición de uno de los presos, sino que ha dado lugar a situaciones indignas por parte de sus hambrientos compañeros: no dan parte de la muerte para apropiarse durante unos días del rancho del cadáver.
- Las matanzas, que son una prueba de que la violencia solo engendra violencia. Se percibe en el asesino de Max a mano de su compañero Lino. Los propios presos, víctimas de la violencia, se convierten así en verdugos.
La crítica frente a la pena de muerte
Las situaciones planteadas en esta novela fueron vividas por Buero Vallejo en primera persona, ya que estuvo condenado a muerte al terminar la Guerra Civil. Finalmente, tras haberle conmutado la pena por cadena perpetua, fue excarcelado en 1946.
Temas existenciales
Contraste entre locura y cordura
La cordura es muy parecida a la de Don Quijote, que consiste en transformar la realidad que no le gusta para crear un mundo idílico. Así pues, la cárcel se convierte en fundación dedicada a la investigación; la celda se transforma en una confortable habitación, con vistas al campo y delicado menaje; a sus compañeros, los presos políticos, les cambia la profesión para adaptarlos a su papel de investigadores de la Fundación. Llega, incluso, a crear una novia ideal: Berta de Tomás es como la Dulcinea de Don Quijote, un producto de la imaginación del protagonista.
Contraste entre ficción y realidad
El simbolismo sugiere que la diferencia entre la realidad y ficción es más leve de la que parece a simple vista. La fundación representa la sociedad de la época, donde el ser humano vive tan engañado como Tomás en su fundación. Vivimos en un mundo engañoso que pretende ocultarnos la cara trágica de la vida: la muerte, el hambre y las injusticias. El ratón de Berta, Tomás, representa al propio Tomás y al ser humano en general: un prisionero cuyo destino es la muerte.
Contraste entre mentira y verdad
Ante la locura de Tomás, Asel y Tulio mantienen posturas contrastadas. Asel defiende la postura de seguirle la corriente al loco para no causarle más sufrimiento, ya que piensa que se irá curando lentamente al mejorar su condición física y al ir descubriendo la verdad. Así pues, siguiendo las instrucciones de Asel, todos los presos mienten. Tulio, es partidario de decir siempre la verdad aunque esta resulte dolorosa. Aún así acepta a regañadientes el plan de Asel, pero no le gusta actuar, por eso se muestra antipático con el protagonista en los primeros diálogos.
Técnicas y recursos dramáticos de La Fundación
Las acotaciones resultan un elemento clave en el teatro de Buero pues las suyas son obras destinadas a la puesta en escena más que a la lectura. Las acotaciones pueden ser:
- Extensas, si se encuentran al inicio de cada una de las dos partes de la Fundación. La primera, que abarca más de dos páginas, describe meticulosamente el escenario irreal de la Fundación. Las de la segunda parte, en cambio, describen nítidamente el
escenario de la cárcel. Estas acotaciones proporcionan información sobre el espacio, la música, la luz, la descripción de los personajes, etc.
- Breves, si los movimientos, gestos y tono de voz de los actores se indican en acotaciones muy rápidas y breves intercaladas en medio de los diálogos.
El llamado efecto de inmersión consiste en identificar al espectador con el punto de vista del protagonista loco, a pesar de que no lo sepamos hasta muy avanzada la obra. Podríamos decir que el espectador es “engañado” por el autor, ya que el público ve lo que ve Tomás, y solo descubre la realidad a medida que este la descubre. Solo al final del cuadro primero de la segunda parte el escenario se presenta como lo que de verdad es: la celda de una cárcel.
A partir de este momento el espectador descubre que su percepción de lo que estaba ocurriendo en el escenario era tan falsa como la del protagonista. El efecto de inmersión apunta hacia el mundo como algo engañoso, y por medio de esta técnica dramática, Buero denuncia el equívoco de nuestra sociedad y busca la comprensión hacia el delator. También defiende la misma tesis que en otras muchas obras: la crítica es una necesidad constante del individuo para no caer en el engaño. Cuando la obra concluye vuelve a surgir la decoración de la idílica Fundación. Esta final, como en otras obras de Buero, indica una apertura y una esperanza.
Preguntas de Examen de La Fundación | Selectividad
- ¿Quiénes son Tomás y Asel? Explica su relación y su relevancia para el conjunto de la obra.
Tomás es el protagonista de la obra, quien pierde el juicio, con el fin de protegerse de la horrible situación en la que está viviendo en realidad. Está, junto con otros 4 compañeros, condenado a muerte. Asel, ingeniero en realidad, pero médico en el delirio de Tpmás, quiere “curarle”. Se veía reflejado a sí mismo en él y quería salvarlo. Cuenta su pasado y en él encontramos historias de detenciones y torturas como la de Tomás. También Asel en algún momento delató a sus compañeros y por esta razón comprende la debilidad humana: «No te avergüences ante mí de tu debilidad; no es mayor que la mía». Asel es generoso y comprensivo. Actúa como un padre hubiera hecho con sus hijos, aunque él no se pueda salvar, quiere que Lino y Tomás lo consigan. Por esto, les enseña qué tienen que hacer para fugarse.
- Resume el contenido del fragmento y di en qué momento de la obra crees que se produce.
Hacia el final de la obra, Asel está en contra de la violencia, de la crueldad en cualquiera de sus formas. Se trata de una crítica velada, aunque clara, a cualquier modo de violencia y represión. Habla a Tomás de forma clara porque este ya ha recuperado la cordura. Nosotros, los lectores, no podemos dejar de pensar en el trasfondo histórico de la España del final del franquismo, aunque se puede entender también de un modo más general y universal, como una crítica a todo tipo de totalitarismo que lleva a la violencia.
- Relaciona las palabras de Asel con el trasfondo histórico de la obra y con la intención última del autor al escribirla.
Aunque el trasfondo histórico es la España de finales de la dictadura franquista y hay detrás numerosas experiencias autobiográficas, la obra transcurre en un tiempo y un espacio indeterminados. En realidad La Fundación posee una dimensión trascendente que hoy supera lo puramente autobiográfico- histórico. Buero deja en segundo lugar las circunstancias vitales particulares de forma que los sucesos descritos alcancen un valor universal.
- ¿Cómo reacciona Asel al final de la obra?
Entendemos que vienen a buscar a Asel para interrogarlo por algo que ha contado Max. Cuando se despide y sale, consigue escapar y antes de que se den cuenta se precipita al vacío y acaba con su vida. Entendemos que prefiere morir a ser torturado. Un impulso incontrolado lleva a Lino a tirar a Max por la barandilla. Tras estas escenas inesperadas y violentas, Tomás reacciona con rapidez y protege a Lino con su locura, esta vez, fingida.
- ¿Cómo acaba La Fundación? Explica el sentido de la obra, teniendo en cuenta sus referentes biográficos, filosóficos, sociales, políticos y literarios.
En la última acotación vuelve a oírse la suave música de siempre, la música que anunciaba la alucinación de Tomás. De nuevo la escena vuelve a ser la Fundación del comienza de la obra y un encargado invita a pasar a los nuevos ocupantes. Se trata de una estructura circular que nos lleva otra vez al principio, como el mito del eterno retorno, las cosas se suceden y repiten en el tiempo, no hay fin. Buero Vallejo señaló que una de las fuentes de inspiración de La Fundación es el cuento «Las nubes» del libro Castilla, de Azorín, en el que se plantea la teoría del eterno retorno: «Vivir es ver volver; volver en un retorno perdurable, eterno«.
Buero pretende desenmascarar la mentira, sobre todo cuando ésta proviene de unas estructuras que, mediante la opresión y el terror, impiden al hombre vivir en la verdad. En La Fundación de una manera más explícita que en otras obras, Buero nos hace asistir al desvelamiento paulatino de la realidad, que se impone sobre la ficción creada por el terror.
El auténtico sentido de la obra: hay que apartar los velos de la opresión y de la mentira para entender que «vayas donde vayas, estás en la cárcel«; pero ese descubrimiento no debe hundirnos, sino mostrarnos la oportunidad, la necesidad de la lucha, para gritar con uno de los personajes del drama: «Entonces hay que salir a la otra cárcel. ¡Y cuando estés en ella salir a otra, y de ésta a otra! La verdad te espera en todas ellas, no en la inacción.»
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